Por Ricado Valseca \ 24-08-22 Una familia de alto rendimiento (1/4) “Subir al pódium, en segundo lugar, en 2016 fue el resultado de tantos años, al final es el estar trabajando día con día” así se expresa el triatleta José Eduardo Reyes al recordar su triunfo en el triatlón de Las Estacas. En esta primera entrega de una serie de cuatro capítulos exclusiva de TitanSport, el deportista de 48 años se autodefine como una persona muy constante, “No soy de los que no se levantan a entrenar”, comenta “llegaré tarde a entrenar pero no dejo de hacerlo”. Pero el mérito de nuestro personaje no se limita a ser un atleta de alto rendimiento, su diferenciador hoy por hoy es definitivamente el liderazgo e inspiración que transmite a su familia, pues actualmente su esposa, Cynthia González Castro y sus dos hijos, Karen Reyes González y Bruno Reyes González, también son triatletas. “En pandemia nos reuníamos a las 6 de la mañana a correr” nos comparte” “era convivencia de plática, de ¿cómo están? ¿cómo se sienten?. Esos momentos de intercambio de lo que piensan contra lo que yo pienso, no tienen precio” afirma al hablar de sus hijos y hace énfasis en la importancia que ha tenido esa unidad familiar en el deporte. Se trata de una familia peculiar que ha adoptado la disciplina y el amor al deporte como identidad, es por eso que, como padre de familia, confiesa querer trascender en sus hijos dejándoles la herencia del deporte como una salida para el balance en sus vidas. Si bien es cierto que mientras cursaba sus estudios universitarios era jugador de futbol americano, José Eduardo comenzó al final de sus aprendizajes profesionales, a incursionar en el mundo de la bici de montaña, donde recuerda caídas, lesiones y accidentes menores que hoy son anécdotas de su incipiente carrera en ese entonces, pero su amor al deporte lo llevó después de la bici a correr y es en esta etapa donde Cynthia, su esposa, se une en la aventura con él y aunque para esa época a su compañera de vida no le gustaba correr, poco a poco ella desarrolló el gusto por hacerlo, y ya embarcados en el mundo del entrenamiento, sus hijos de 7 y 11 años, a través del juego, comenzaron a unirse a la disciplina de sus padres. José Eduardo ve la vida como una constante de caídas para levantarse y continuar, por eso cuando a su vida llega una lesión del talón de Aquiles, que le impide participar en las competencias ya programadas, pudo abordar el desafortunado acontecimiento con aplomo y disciplina para obedecer las indicaciones de los médicos que lo atendieron, aunque el triatleta capitalino prepondera el apoyo de su familia para este episodio de su camino. El triatleta también fue víctima de COVID-19 durante la pandemia y fue ingresado al hospital, pero gracias a su condición física resultado de sus fuertes entrenamientos, los estragos de la enfermedad fueron menores, aunque recuerda la preocupación vivida por su esposa en esta estadía, a lo que él llama “otro bache en el camino”, bache que no impidió que al pasar 2 meses continuara con sus entrenamientos para después ir a escalar el Pico de Orizaba (la montaña más alta de México). Definitivamente el concepto de hacer deporte para José va mas allá; es un estilo de vida, “es una base para desarrollarse profesionalmente, familiarmente y personalmente” nos cuenta el deportista. “Es una lucha contigo mismo, es una mejora continua, un ejemplo para la familia”. A pesar de tener pie plano, escoleosis de columna y su cadera desnivelada, el atleta nos desafía con su trayectoria deportiva a quitarnos los pretextos para iniciar una vida de movimiento físico, incluso comenzando por caminar. Corredor de dos maratones y participante de los 100 km en bicicleta de la competencia México-Teotihuacán, el triatleta le atribuye al deporte la capacidad de despertar en el humano los más variados sentimientos, y lo comenta al recordar que en el km 140 de el “Fondo de la Ciudad de México”, competencia donde se recorren 168 km, vino a él un llanto indescriptible, una emoción poco recurrente en él, pero que en definitiva lo marcó para que sea un episodio hoy mencionado durante la charla. Su carrera está llena de satisfacciones familiares y personales, pues no es gratuito que en dos ocasiones ha sido distinguido con el Premio LAMM, que se otorga a los 3 atletas más sobresalientes del Club LAMM. Así es como un padre de familia amoroso, un esposo líder, un gran ser humano y un titán en el deporte, nos comparte la fórmula para incursionar en el apasionante estilo de vida del deporte de alto rendimiento, que nos reta a transformarnos en todas las áreas de nuestra vida: “La vida es una constante de caídas para levantarse y continuar.” Pero esta historia no termina aquí, la vida de José sólo es el comienzo de una serie de cuatro relatos conformadas por su esposa Cynthia González Castro y sus dos hijos, Karen Reyes González y Bruno Reyes González, quienes también son triatletas y tienen una gran historia que contar. No te pierdas la siguiente entrega a través de TitanSports.mx