La plaza de toros más grande del mundo, tras 622 días de litigio, reabrió sus puertas con gran emoción. La afición abarrotó el recinto para presenciar el regreso triunfal de la tauromaquia.
Lu Llanos / 29-01-24
La plaza más grande del mundo reabrió sus puertas a la tauromaquia después de 622 días de batalla legal. La afición, impaciente, en felicidad y emoción colectiva llenó los más 40 mil espacios para verla nuevamente vibrar.
Desde el sorteo y entorilamiento se vio abarrotada la plaza, eran tales las ganas de volver que nadie quería perderse un instante, aficionados de todas las edades, porras y peñas, trabajadores y cientos de elementos de seguridad acompañaron los instantes del festejo.
El paseillo comenzó minutos después debido al caos ocasionado por el grupo de animalistas que hostigaron y violentaron a quienes intentaban llegar al coso, se bloquearon todas las calles para accesar a la Augusto Rodin, sin embargo, el Ole tradicional al inicio del cielo andaluz fue impactante, un recinto lleno en su totalidad y un grito que retumbó en todos por la victoria, por la libertad vio partir a los espadas vestidos de verde esperanza.
Se lidiaron para esta Reapertura toros de Tequisquiapan de Fernando de la Mora, un encierro que no falló en presentación, pero sí en casta, transmisión y movilidad. Quizá los toreros mexicanos hicieron ver poco mejor de lo que fueron los de su lote correspondiente, sin embargo, todo se desvaneció luego de los inagotables fallos con la toledana. Se contaron innumerables pinchazos por parte de la tercia de diestros.
Joselito Adame estuvo por encima de un lote al que le pesaron los kilos y que se vino a menos en el último tercio de su lidia. Cubrió el tercio de banderillas al segundo de su lote que la afición ovacionó, poco juego y mucho esfuerzo en tandas que fueron aplaudidas por la intención. En ambos escuchó palmas.
El torero de Dinastía Diego Silveti pasó con su primero sin mucho fondo y poco qué decir, hubo dos tandas por derecho justas. Con el quinto de la tarde pudo lucir al capote pero en la muleta no logró conectar teniendo un astado descastado que pasaportó en un segundo encuentro y saludó al tercio.
Al peruano Roca Rey le sorprendió ver a una plaza como La México con un lleno hasta el reloj, malas tardes tiene todos sí, pero intenciones de tenerla no; lo de ayer no fue malo sino reprochable. Si bien el primero de la tarde fue descastado y manso con el que abrevió, el segundo tenía mayor movilidad a pesar de ir con la cabeza arriba la mayor parte del tiempo, pudo lucir en el capote que le fueron reconocidos; inició la faena con péndulos en los medios que fueron ovacionados, pero todo se vino a menos perfilándose para la suerte suprema, suerte que no llegó y tino tampoco, tras estocadas defectuosas y excesivos intentos con el descabello escuchó los tres avisos ante pitos y broncas.
Los asistentes fueron con el corazón desbordado, pero también con la exigencia que la máxima plaza del país merece, no regaló un aplauso ni falsas peticiones lo cual es de reconocer que le han regresado su categoría. Habrá que esperar con ansias el siguiente fin de semana para revivir emoción y ojalá, un triunfo anhelado que no será fácil de conceder.