Ricardo Valseca / ESPECIAL Una de las máximas leyendas del tenis ha decidido ponerle fin a su trayectoria, y es que Roger Federer, con 41 años de edad, considerado por muchos el mejor tenista de toda la historia, decidió, como ya lo había anunciado, retirarse del deporte blanco, siendo su última presentación en esta pasada Laver Cup. Esto como consecuencia de sus constantes lesiones en la pierna izquierda que no ha podido superar del todo, luego de casi veintiséis años de carrera. Pero su historia no comienza como todos lo hubiéramos imaginado, pues siendo un joven de un rubio platinado y una actitud ansiosa y explosiva, dejaba raquetas destrozadas además de discusiones con umpires, jugadores y equipo de trabajo, lo que provocaba que el suizo se ganara rnnsus inicios una fama de chico malo dentro del circuito. En palabras de Paul Dorochenko, primer preparador físico de Federer en los 90: “Federer era un chico muy simpático, muy abierto y muy agradable. Pero era muy hiperactivo. Estaba loco. No paraba de cantar, de hacer el tonto. No venía a la preparación física y yo tenía que ir a buscarlo. Federer hacía una y no aprendía. Lo tenías que castigar otra vez. Esos años han sido complicados”. Y es que la cantidad de raquetas rotas por parte del suizo era impresionante, teniendo como primer enemigo a su personalidad, batalla que le estaba costando caro pues en el año 2000, contabilizó un récord de 36 partidos ATP disputados con 21 derrotas y 15 victorias además de no poder lograr ningún título. Pero el punto de quiebre en su vida, llegó en Hamburgo 2001, cuando se enfrentó al argentino Franco Squillari, perdiendo en dos sets: 6-3 y 6-4. “Estaba jugando mal y terminé rompiéndome la raqueta. Estaba tan enojado que perdí ese partido. Tuve una pésima actitud, había hecho muchas cosas mal, sobre todo en el match point” recordó Federer. Pero, gracias a esa derrota, llegó su mayor triunfo en la vida: la disciplina. “Vi cómo mi familia y mis entrenadores me miraban y sentí que nunca más podría tener este comportamiento en una cancha. Me di cuenta de que definitivamente tenía que cambiar. Fue un proceso largo y recibí ayuda de un psicólogo. Me tomó dos años encontrar el equilibrio perfecto entre la pasión y la calma”, comentó el tenista. A partir de ese momento su vida fue completamente diferente. En 2003, Federer ganó su primer título de Grand Slam en Wimbledon, venciendo a Andy Roddick en las semifinales y Mark Philippoussis en La Final. En 2004 ganó tres títulos de Grand Slam por primera vez en su carrera y se convirtió en la primera persona en lograrlo desde Mats Wilander en 1988. Su primer gran título en pistas duras llegó en el Abierto de Australia ante Marat Safin, convirtiéndose en el número 1 del mundo por primera vez. Luego de alcanzar el primer puesto del ranking, Federer no dejó de impresionar en su carrera como tenista, logrando todos los récords posibles y coronándose como ganador o finalista en casi todos los torneos profesionales de la ATP, así como consiguiendo ganar en varias oportunidades los 4 Grand Slams. Para el final de su carrera, el suizo acumuló títulos como ganador de 20 torneos de Grand Slam, de seis Abiertos de Australia, un Roland Garros, ocho Campeonatos de Wimbledon, cinco Abiertos de Estados Unidos, seis ATP Finals, entre otros. En estas competencias, sus rivales más frecuentes fueron Rafael Nadal y Novak Djokovic. Pero su grandeza no se limitó a las canchas, sino que Federer es conocido por su calidad de persona y humildad. Prueba de ello es su Fundación Roger Federer, enfocada en la educación para comunidades vulnerables. “A los 22 años era un tenista que había ganado su primer título de Grand Slam e iba camino de convertirme en el número 1 en el mundo. Pero tener éxito profesional no era suficiente. Ahí surgió el momento en el que me pregunté a mí mismo: ¿Cómo quiero desarrollarme a nivel personal? Mi madre es de Sudáfrica y crecí viendo la pobreza extrema de primera mano. Durante las vacaciones que pasaba allí, visitando a mi familia, desde muy temprana edad me di cuenta de que no todos los niños disfrutan de los mismos privilegios que en Suiza. Por eso creé la Fundación Roger Federer en 2003, comenzando un viaje emocionante y educativo”, declaró el tenista. En 2011, un estudio sobre las personalidades más respetadas y con perspectiva de confianza en el mundo del Reputation Institute, enlistó a Roger Federer como el número dos, solo detrás de Nelson Mandela. Recientemente, por la situación de guerra, donó a Ucrania para albergar a 6 millones de niños no escolarizados. Ahora, Roger Federer ha puesto punto final a su carrera pero no a su gran corazón, despidiéndose en la Laver Cup, donde al finalizar, escribió lo siguiente: “Nosotros esperábamos un final de cuento de hadas. Aquí os cuento cómo ha sido el mío: he perdido mi último partido de individuales, he perdido mi último partido de dobles, he perdido en mi último torneo por equipos, he perdido mi voz durante esta semana y también he perdido mi trabajo. Pero, aún así, mi retirada no podía haber sido más perfecta y estoy muy feliz por cómo ha sido todo. Así que no pienses demasiado en ese final perfecto, el tuyo será siempre increíble a tu manera”.