Por Sergio Spinoza / 21 11 2022 La super velocista y deportista olímpica Novlene Hilaire Williams-Mills, tiene una historia peculiar dentro del deporte mundial: la atleta jamaicana es multimedallista en varias pruebas de atletismo en 4 diferentes ciclos olímpicos, sin embargo, la mayor victoria obtenida por la estrella de las pistas fue la que logró fuera de ellas luego de derrotar al cáncer de mama. Esto pasó justo unos días después de haber subido al podio en los Juegos de Londres, 2012. La nacida en Jamaica ayudó a su país natal a conseguir la presea de oro en relevos de 4×400 metros dentro de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, repitiendo la fórmula en Beijing 2008, para llegar con el equipo femenil jamaiquino a Londres 2012 y finalizar en Río 2016, sin embargo, apenas unas semanas antes de la justa olímpica londinense, Williams-Mills acudió a una revisión de rutina donde recibió la dura noticia de un diagnóstico de cáncer de mama. La deportista de 30 años de edad con múltiples logros deportivos y medallas en su poder, estaba a 3 semanas de participar en su tercer ciclo olímpico, cuando recibió la mala noticia, más sin embargo, nada la detuvo, fue, compitió y ganó medalla, sabiendo que al bajar del podio debía viajar de inmediato para entrar al quirófano y someterse a una cirugía, comenzando el tratamiento en contra de la mortal enfermedad. Williams-Mills, hoy en día se encuentra en retiro de las pistas, es una sobreviviente al cáncer y su historia le ha dado la vuelta al mundo, la ex atleta se ha dedicado en cuerpo y alma a difundir información en contra del cáncer de mama, dando conferencias, testimonios, entrevistas, etc. Una de ellas fue para la famosa revista «The Body Issue», donde con sus propias palabras Novlene Hilaire dejó ver el via crucis que sufrió: “Recibí mi diagnóstico en junio de 2012. Fui a la consulta con mi ginecólogo para una revisión general y le comenté «siento un pequeño bulto en mi mama». Cuando me avisó que era un cáncer, era la semana en que se desarrollaban los campeonatos nacionales en Jamaica para clasificar para los Juegos Olímpicos. Creo que recibí la llamada el lunes o el martes y viajé a Jamaica al día siguiente. Pensé: «Está bien, me van a volver a llamar y dirán, ‘Nos equivocamos con los resultados. Son de otra persona». Pero eso no sucedió. Era un mes antes de los Juegos Olímpicos de Londres”. Para la cuatro veces medallista olímpica, fue el momento más difícil de su vida, la competencia ya no era lo primordial en el momento, la atleta pensaba lo peor, sin saber qué hacer. “Viajé a Jamaica y, para ser sincera, participé en el campeonato nacional y me preocupé por hacerlo bien. Estaba tratando de seguir adelante. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Quedarme sentada en casa? Una de las cosas que pregunté fue: «¿Puedo seguir corriendo hasta que estemos listos para la cirugía?» [Mi médico] dijo que sí. Necesitaba algo para distraerme, porque sabía que si me quedaba sentada en casa, solo iba a preocuparme. Iba a llorar. Saben, mi marido tenía que ir a trabajar, todas mis amigas de esa época estaban compitiendo, así que no tenía a nadie con quien hablar en casa”. “Cuando volví de Jamaica, fue cuando recibí el diagnóstico definitivo. Me senté en el consultorio del médico y escuché todo lo que tenía que decirme. No lloré hasta que salí de allí. Ahí fue cuando realmente me derrumbé. Me sentía como un bebé. Pensaba, «Esto no puede ser real. Es imposible». Novlene Hilaire Williams-Mills no le comentó de su enfermedad a nadie, continuó con todo en secreto, y decidió acudir a Londres a pesar del mal diagnóstico y sobre todo lo que significaba para ella, física y mentalmente. “Lo mantuve en secreto. Me gusta mantener mi vida fuera de los reflectores del atletismo. Siento que cuantas menos personas lo sepan, será mejor para mí. Soy realmente una persona que ama su privacidad. Y en ese punto no sabía cómo iba a manejar las cosas”. Williams, declaró lo difícil que fue para ella el estar en la Villa Olímpica, ya en la antesala de su presentación en Londres, Novlene no dejaba de pensar en el tiempo que faltaba para entrar a quirófano. “Fue muy duro estar en Londres en los Juegos, cuando el resto del mundo no lo sabía. Desde el momento que tuviera que pisar la pista, sabía que todas iban a buscar esa medalla. ¿Yo? Yo estaba contando los días exactos que faltaban para mi cirugía. Era como un peso en mi espalda que no me podía quitar, sin que importara cuánto me esforzara por sacar esos pensamientos de mi cabeza para este par de carreras. Era algo que seguía pesándome cada vez que me paraba en la línea de partida”. Para la entonces capitana del equipo de atletismo de Jamaica y deportista estrella de su país, era muy difícil quedarse a competir en Londres, pero resultaba aún más difícil el abandonar la prueba, no podía concentrarse, no quería estar ahí, pues no dejaba de pensar en ningún momento en su terrible situación, aunque tampoco quería desertar, fue una lucha interna la que vivió. “Para mí, competir fue una distracción. Se trataba de estar allí. No quería tener que responder a 50 llamadas telefónicas, preguntando: ¿Por qué renuncié a los Juegos? ¿Estaba lesionada? Ya había clasificado para los Juegos, así que bien podía ir y ver qué sucedía. Todavía podía separar mis preocupaciones y pensar, «Muy bien, estoy llevando los colores de Jamaica. Mis compañeras de equipo me necesitan. Tengo que salir allí y darles una oportunidad con lealtad porque sé que han puesto sus corazones corriendo en los otros tres andariveles y no las puedo decepcionar». La ex-velocista se coronó junto a sus compañeras de equipo con la medalla de bronce y casi de inmediato se preparó para partir rumbo a EUA para hacerle frente a la competencia