Por Lu Llanos / ESPECIAL
Su nombre de pila fue Rodolfo Rodríguez González, pero todos lo conocen como “El Pana” y lo escribo así en presente porque es difícil que un personaje como él se olvide pronto.
Nacido en Apizaco, Tlaxcala el 02 de febrero de 1952, bajo un hogar humilde con una mujer al frente, tuvo desde pequeño que buscar oficios que ayudaran a la manutención de la familia. Fue sepulturero, vendedor de gelatinas, tamales, lavador de coches y panadero, oficio de donde proviene su apodo.
Fue autodidacta, terminó la primaria y quizá cursó un poco de la secundaria pero leía mucho, hacía anotaciones y hablaba inglés, francés y portugués.
Su hambre por la fama y dinero lo hicieron acercarse a la Tauromaquia, el arte y la pasión por ella llegarían más tarde. Comenzó a entrenar en la Plaza Wiliulfo González de su ciudad natal con jóvenes de su edad.
Anduvo en la legua durante muchos años en poblados, plazas y ganaderías, en busca de abrir puertas.
Al fin, en 1977 saltó como espontáneo al ruedo de la Plaza México en busca de una oportunidad, realizó pases de rodillas al toro “Pelotero” de la Ganadería San Martín que fue indultado por “El Capitán”. Repitió la acción en varias ocasiones y en otras plazas.
Se convirtió en un torero sui generis, lleno de extravagancias, a veces genial, a veces cercano a lo loco, pero sin duda despertaba controversia en todas las plazas que se presentaba; odiado y amado por igual, «El Pana» nunca generó indiferencia.
La México siempre fue su plaza, así lo afirmaba cada vez que se le preguntaba.
Debutó el 06 de agosto de 1978 en la más grande del mundo despertando mucha expectación de aquel joven con gran personalidad que rayaba en lo irreverente.
Recibió la alternativa el 18 de marzo de 1979 de manos de Mariano Ramos y teniendo a Curro Leal como testigo. El toro de la ceremonia se llamó ‘Mexicano’, de la Ganadería Campo Alegre.
Hubo triunfos y caídas, toros vivos que lo inundaban de impotencia. Un camino siempre a cuestas no sólo por su profesión, también por los demonios con los que a diario luchaba internamente. No pudo con el toro más difícil, el alcohol, años constantes de rehabilitación e intentos fallidos que lo llevaron a tocar fondo. Fue la fiesta, el amor por el Toro (que era su vida) quien lo rescató.
El 7 de enero de 2007, fue la fecha anunciada para su retiro en la plaza que le dio todo. Aquel domingo mágico, «El Pana» cuaja una de las tardes más relevantes de su vida, sobre todo por su inolvidable faena al toro ‘Rey Mago’, de la Ganadería Garfias, y lo que se suponía sería su despedida resultó ser la tarde que lo resucitó y convirtiera en leyenda.
Así, a los 64 años y con 38 años de Alternativa, fue embestido por el segundo de su lote y cayó de forma aparatosa en la plaza de Ciudad Lerdo, municipio de Durango en una corrida mixta. Tras 32 días de pocas noticias esperanzadoras, fallece el 02 de junio de 2016 en Guadalajara, Jalisco.
Rodolfo Rodríguez confeccionó al personaje de «El Pana» con sus desplantes, su forma de torear, su irreverencia y hasta su vestimenta.
«El Pana» siempre quiso, y así lo dijo muchas veces, morir en un ruedo para convertirse en una leyenda, lo único que nadie le podrá arrebatar.