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MARTITA, UNA MÁNAGER CON MUCHA TRADICIÓN

Por Yadier Andrade / ESPECIAL 

Casi son las 4 de la tarde y estoy por llegar al campo 6 de la Liga Olmeca ubicada en la alcaldía Álvaro Obregón, observo de fuera las gradas del pequeño estadio de la categoría 5-6 años y sobre la pared, una placa enorme de metal con la leyenda “Honor al Mérito, A: Martha De Anda de Alcaraz”, me da la bienvenida.

Entro al estadio con la emoción del encuentro. “Honor al mérito”, me resuena en la cabeza. Levanto la mirada y veo en el diamante de juego a una mujer con cabello que apenas le llega a los hombros y que es enmarcado por el adorno de unos aretes tan brillantes como el sol de esta tarde, viste un jersey de color naranja que tiene bordado con fondo blanco y letras negras el nombre de su hogar, “Olmecas”. 

Noto algunas arrugas en el rostro, ese rostro que lleva 60 años en los campos de beisbol del país formando jóvenes peloteros y que me recuerda que el tiempo no se detiene; con su inseparable guante de beisbol en la mano, da unos pasos de aquí para allá, preparando el equipo de trabajo para entrenar a los «niños de escuelita», parece muy contenta de poder iniciar, lo intuí por la sonrisa con la que me recibe, que además me deja ver que su vida entregada al beisbol la hace feliz.

Ella hace honor a la placa de la entrada, Martha De Anda de Alcaraz, es entrenadora, manager, madre y abuela. También es un honor poder hablar con ella.

“El beisbol hace niños de bien y con disciplina”, me dice al momento de saludarla y hacer mi primer cuestionamiento sobre qué mensaje quiere dejar a través de su actividad deportiva.

Martha De Anda se ha dedicado a transmitir valores a los niños, niñas y jóvenes para hacer mejores personas. A sus 80 años, “Martita”, como le dicen sus alumnos, conocidos y familiares, recuerda que sus primeros batazos los dio como jugadora de softball, etapa en que fue inspirada por su papá, Tirso de Anda, un gran lanzador profesional y campeón de la Liga Mexicana de Béisbol con el equipo de los Rojos del Águila del Veracruz en 1938. 

Con este increíble maestro viajó todavía como sofbolista a competencias nacionales en algunas ciudades de la República Mexicana como Acapulco, Guerrero, donde fue campeona y Ensenada, Baja California, donde obtuvo un subcampeonato representando al entonces Distrito Federal.

Estos logros hicieron que su amor por el deporte creciera y la llevara a dedicarse a la enseñanza desde los 20 años. Cuenta con nostalgia que a los primeros que entrenó fue a sus sobrinos y los hijos de sus compañeras de softball. Desde entonces, le entregó su vida a los equipos infantiles, con quienes ha ganado 2 campeonatos nacionales en Saltillo con la división de «escuelita» (5-6 años) y un subcampeonato en Ciudad Victoria con la categoría de 9-10 años, por mencionar sólo algunos de tantos.

“Que me agache y con dos manitas agarrar la bola con toda la mano, que no le tire para abajo, más recto al momento de ir al turno al bate. La quiero”, son las palabras del pequeño Raziel, que no puede ocultar el amor que siente por su entrenadora al hablar de los consejos que le da.

“Disciplina, perseverancia, perder todos aquellos defectos emocionales tales como el ser berrinchudo, no ser arrogante ante el deporte porque al final de cuentas esto es un reflejo de cómo vas a ser en la vida diaria. El consejo que siempre me lo ha dicho y a la fecha me lo sigue diciendo es, tienes que ser humilde para que puedas progresar tanto aquí como en la vida”, me dice con emoción Javier Alcaraz, nieto de Martita.

Nuestra Titan pasó un corto periodo de tiempo en la Pequeña Liga Mexica A.C., ubicada en la alcaldía Xochimilco, en la que tuvo una participación destacada ganando el torneo nacional ABIJ -Asociación de Beisbol Infantil y Juvenil de la Ciudad de México- con la categoría infantil de 7-8 años y logrando el primer trofeo a nivel país que obtuvo esa liga, entre otros buenos resultados en su laureado recorrido que dio en ese trecho con otras divisiones. 

Martita es originaria del estado de Aguascalientes y luego de convertirse en madre de 4 hijos (Luis Alberto, Francisco Javier, César Arturo y José Alfredo), emprendió otro juego en la vida en donde enseñó a cada uno de ellos la práctica del beisbol con la firme intención de que fueran unas personas disciplinadas y de bien para la sociedad, inculcándoles valores y principios.

“Ha sido una madre exigente, nuestros padres nos dieron la educación que es lo más importante, irnos por el camino del bien y eso es lo que yo le agradezco mucho a ella y a mis padres”, me dice su hijo Luis Alberto que hoy en día hace grupo con su madre y enseñan el deporte tradicional de la familia.

Asimismo, el conocimiento que ha recibido a través de sus experiencias las ha cedido a varios peloteros destacados profesionalmente, entre algunos de ellos recuerda a Andrés Sánchez quien ha jugado con los Diablos Rojos y Leones de Yucatán y Andrés Cruz, quien ha estado en Leones de la Liga Mexicana de Beisbol. 

“Gracias a los niños que han sabido aprender lo poco o lo mucho que sabemos nosotros, les hemos enseñado y lo asimilan, y eso gracias a Dios nos ha ayudado bastante”, me comenta Martita luego de preguntarle el secreto para ser una entrenadora tan destacada a través de los años.

Desde luego, sus ganas por seguir trabajando y esforzándose es retribuido por sus discípulos y por muchos de los padres y madres que confían y quieren a Martita. Es hora de irnos de este pequeño parque de beisbol donde han iniciado grandes sueños. La placa de la entrada es el recordatorio de que, si encuentras tu pasión y trabajas duro, el honor llegará y tu nombre, como el de Martita, puede quedar grabado para la eternidad.  

 

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