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LA UNAM, UN CAMPO DE BATALLA… DE AJEDREZ

Por Sergio Spinoza / 01-09-22

La infantería avanza con firmeza, la caballería ya ha cruzado la línea defensiva del enemigo, en una de las torres se resguarda el rey, su ejército intenta protegerlo, el enemigo lo acorrala, para el rey ya es imposible escapar, perdió a su dama durante la batalla y ahora es él, quien está cayendo en un mate irreversible…

Pero no se trata de una guerra real, tampoco de un simple juego, el ajedrez tiene una interesante historia, el juego ha evolucionado por sí mismo durante siglos, a lo largo de su existencia que data aproximadamente de un milenio y medio. Ha sido reconocido como una herramienta de estrategia militar, una metáfora de las relaciones humanas, un estándar de genialidad y ahora un deporte mundial.

                                                                   

Orígenes del juego 

Para muchos su creación se remonta a la India, pero para otros el juego es más bien de origen persa, lo cierto es que investigadores e historiadores del mundo, han dicho que los primeros registros sobre el ajedrez se encuentran en el siglo III antes de cristo, por tanto, ningún país de la actualidad se puede enajenar la patente del juego, quedando el fascinante nacimiento de este como una aportación de muchas regiones del mundo antiguo.

El también conocido como “el juego ciencia”, ha sido aludido en muchas obras de la literatura y del cine a lo largo de la historia, pasando también por la pintura y la música.

Se trata de una disciplina compleja y llena de estrategia, donde dos contrincantes disponen de 16 piezas moviles que se desplazan dentro de un tablero de 64 casillas, alternadas en colores blanco y negro. 

En competencia, el ajedrez es un deporte practicado por millones de personas de todas las edades en todo el mundo, teniendo campeones mundiales de un sinfín de países.

Es impartido incluso como taller en escuelas de todos los niveles, organizando así torneos escolares, locales, regionales, nacionales y hasta mundiales.

                                                                       

 

Los futuros científicos preparaban sus piezas

“A lo largo de mi carrera, siempre me he cuestionado esta parte del arte, y el por qué sí en la carrera nos enseñan a tener imaginación y creatividad no nos lo fomentan en las aulas. Entonces conociendo a más compañeros de otras carreras, decidimos juntarnos a hacer cosas y así tomamos la idea de vincular a las personas por medio del arte, la ciencia y el deporte”.

La actividad inició cuando el sol estaba a todo lo alto, entre la facultad de física y matemáticas, a los alrededores de la famosa escultura del titán mitológico Prometeo, donde se expusieron obras de mosaiquismo, pintura mixta, acuarela, ecociencia, música, entre otros.

Después de las exposiciones darían inició las épicas batallas en las que se enfrentarían, en un torneo del “deporte-ciencia”, el gremio de futuros científicos.

El torneo fue capitaneado por el profesor de ajedrez Gabriel Gonzalez, con la intención principal de fomentar el deporte. El también matemático comentó las reglas de la competencia antes de comenzar.

“La dinámica es muy simple, se va a llevar a cabo con un sistema suizo de tres partidas, todos los participantes van a jugar 3 rondas, ganen o pierdan. Así se pierdan todos los juegos, se jugarán las tres rondas, acumulando su puntaje: un punto en partida ganada, medio punto en partida empatada y cero puntos en partida perdida. Con esas anotaciones se determinan a los finalistas, donde se enfrentarán en eliminación directa ó ganará el que mayor puntaje acumule”.

Mientras los competidores se batían en duelos de concentración y destreza, el instructor mencionó que históricamente los ajedrecistas de las facultades de ciencias y en general de toda la UNAM mantienen un gran nivel.

Lo que refuerza esa afirmación es que la Casa del Lago, ubicada en el bosque de Chapultepec, fue el primer club de ajedrez de la Máxima Casa de Estudios en1959, y a lo largo de la existencia del ajedrez dentro de la UNAM, han salido brillantes jugadores y campeones, tanto nacionales, como internacionales.

La batalla final

En punto de las 15:30 comenzó la disputa; 9 partidas con 18 ajedrecistas se jugaban simultáneamente: el instructor Gabriel Gonzalez, los organizadores del evento y sobre todo el público de la comunidad universitaria que estaba presente, fungieron como testigos de cada partida.

Así pasaron las rondas de juego, cada una de ellas se llevaba en un tiempo límite de 20 minutos y después de ese tiempo, se otorgaban 5 minutos más, estos en modalidad contra reloj.

Cada uno de los jugadores, utilizaba sus mejores estrategias dentro del tablero, con la intención de sumar y proclamarse campeones del área; sin embargo, el camino no fue fácil, de los 18, únicamente 4 lograron ganar sus 2 primeros encuentros, por ende, se enfrentarían entre ellos, en una especie de semifinal para sacar al ganador.

Orlando Montalvo, Brandon Mancera, Emilio Macías y Carlos Calderón llegaron a lo que hasta entonces se creía era una semifinal, sin embargo, al ser una disputa por puntos las cosas cambiaron.

Macias y Calderon dejaban las cosas iguales, yéndose a tablas en común acuerdo quedando ambos contrincantes en más 2.5, en lo que fue el único empate de la tarde.

                                                                           

Mientras que Orlando Montalvo resultó ganador de su partida y quedó como el único participante que ganó todos los juegos, generando así el mayor puntaje de la justa universitaria con un más 3. El estudiante de matemáticas logró así proclamarse como el campeón absoluto del torneo.

Después del triunfo Orlando señaló que gran parte de sus horas libres de clases, las pasa en las mesas de ajedrez, que las “retas” es algo que le encanta. Sus inicios, dijo, fueron desde hace varios años y ahora lo juega diario, por distracción.

Al ser una competencia universitaria, no hubo premio para el ganador, pues los estatutos de la misma Universidad prohíben las apuestas o lucrar con el juego dentro de las instalaciones; sin embargo, se le dio el reconocimiento por parte de los asistentes lo que para el ajedrecista y ganador fue más que suficiente.

 

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