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EL BOXEO, DE LA POBREZA A LA GLORIA

Por Ricardo Valseca / ESPECIAL

Sábado, 29 de septiembre de 2022, el boxeador colombiano Luis Quiñones, perdió la vida. El último parte médico informaba del deterioro “clínico, neurológico, metabólico y funcional” que le causó un coagulo cerebral motivado por un hematoma provocado por los golpes que recibió en la pelea por el título nacional de las 140 libras.

Montreal, Canadá, agosto de 2021. La boxeadora mexicana Jeanette Zacarías se enfrentó a la canadiense Marie-Pier Houle. Momentos antes de que la pelea llegara a su fin, Zacarías recibió una seguidilla de golpes que imposibilitó a la mexicana. El referee declaró nocaut (NK) técnico, pero antes de que Houle pudiera festejar, Zacarías comenzó a convulsionar y fue trasladada de emergencia al hospital. Parecía que la joven se estaba recuperando, sin embargo, pocos días después se confirmó su muerte.

Las pérdidas de Quiñones y de Zacarías se suman a las decenas de fallecimientos que ocurren en el mundo del boxeo cada año. Según las estadísticas, entre 1890 y el 2019, mil 876 boxeadores han perdido la vida en el ring, lo que deja en evidencia el riesgo que corren los pugilistas a la hora de subir al encordando, a pesar de esto, este deporte es uno de los más populares en México. 

Pero, ¿Qué a lleva las personas a tomar el boxeo como rumbo de vida? ¿Qué los motiva a entrenar con tanta disciplina para llegar a una pelea donde un mal golpe podría dejarlos lastimados o, peor aún, terminar con su vida? 

La respuesta es contundente, “en México, desgraciadamente, el boxeador es una persona que se sube al ring para llevar comida a su casa. Se necesita estar loco o tener mucha hambre para subirse a un ring y darse de golpes y en México tenemos 205 campeones del mundo en la historia, somos el segundo país que más campeones tiene. Desgraciadamente, mientras siga habiendo pobreza vamos a seguir teniendo campeones del mundo”, así lo comentó para TitanSports José Antonio Hernández “El Charro”, entrenador del actual campeón en peso mínimo de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), Daniel “Cejitas” Valladares.

Actualmente México tiene siete campeones mundiales, Daniel “Cejitas” Valladares, Campeón peso mínimo de la FIB; Julio César “Rey” Martínez, Campeón peso mosca del CMB; Juan Francisco “Gallo” Estrada, Campeón peso súper mosca AMB y campeón franquicia CMB; Rey Vargas, Campeón peso súper gallo CMB; Emanuel “Vaquero” Navarrete, Campeón peso pluma de la OMB; Saúl “Canelo” Álvarez, Campeón de peso súper medio por la AMB, CMB, FIB y OMB y Luis Alberto “Venado” López, Campeón de peso mosca de la FIB.

Por su parte, el narrador de box, Víctor Silva, piensa que los boxeadores “son personas sencillas, gente sensible que te brinda una gran amistad”, y que “en el boxeo encuentran una gran disciplina para quien tiene problemas de conducta. Además de que es una gran herramienta para salir del lugar donde estás, es complicado, pero regularmente ayuda a gente de bajos recursos”.

Para Silva no es fácil entrar al boxeo, “pues a nadie le gusta que le peguen, pero el boxeo es un gran recurso para destacar, para generar dinero y bienestar a la familia. De hecho, una de las primeras cosas que hacen los boxeadores, cuando empiezan a ganar un buen dinero, es comprarle una casa a su mamá”.

Ángel “Tashiro” Fierro, es un peleador mexicano nacido en Tijuana, Baja California, una ciudad fronteriza que es la antesala para muchos mexicanos y extranjeros que sueñan con cruzar la frontera los Estados Unidos, también es una de las ciudades con más altos índices de pobreza y delincuencia.

“Tashiro” Fierro está rankeado entre los mejores 30 pesos ligeros del planeta. Ángel trabajó como taquero al tiempo que entrenaba box, proceso que fue muy difícil “porque al principio mi mamá me llevaba a la taquería y de ahí me iba al gimnasio. Mi mamá me llevaba ahí cerca de la casa. Entraba a trabajar a las cuatro de la mañana y salía a las cuatro de la tarde”.

“Cuando recién iniciaba en el boxeo trabajaba como taquero, limpiando platos, también llegué a taquear, trabajando con amigos llegué hasta a vender celulares. Pero gracias a Dios mi pelea ante Alberto Machado cambió muchas cosas, ahora ya tengo patrocinios que me permiten dedicarme por completo al gimnasio”.

En otro estado fronterizo de México, Daniel “Cejitas” Valladares,  reflexiona sobre un  camino que no ha sido fácil, han sido ocho años trabajo duro en el que, en la búsqueda diaria por la sobrevivencia, siempre encontró lugar para el box, “siempre ha estado por encima de otras actividades, he trabajado de muchas cosas, fui mozo, cajero, en gimnasios y lo último, como chofer y el proceso no ha sido fácil al ser campeón mundial y lo disfruto tanto por todo lo que me costó llegar hasta aquí”.

Daniel, nació en Guadalupe, Nuevo León, uno de los municipios con mayores índices de pobres, donde el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) ha estimado que de 2008 a 2018 el 14.5% de la población de la entidad vivía en situación de pobreza, es decir, 773,000 personas, aproximadamente. De este universo, el 14.1%, cerca de 747,800 personas, estaba en situación de pobreza moderada, mientras que el 0.5% de la población se encontraba en situación de pobreza extrema, alrededor de 25,200 personas.

Valladares mismo reconoce el arduo camino a la gloria, pues hubo ocasiones que el dinero no alcanzaba para satisfacer las necesidades más básicas de su familia, “a mis hijos no les iba a dar aire de comer, tengo que trabajar. Hubo muchas personas que me ayudaron cuando renuncié a mi empleo un mes antes. En el transcurso que no trabajé, mucha gente me apoyó. Creo que querían que cumpliera el sueño y lo logré”.

En 2013, otro boxeador mexicano fue víctima de los riesgos del pugilismo. Francisco Leal, apodado el “Pequeño Soldado”, participó en un combate contra Raúl Hilares, en Cabo San Juan, Baja California Sur, México. Durante el octavo round, Leal recibió varios golpes y cayó al suelo. Aunque intentó levantarse, quedó derribado y el juez decretó KO técnico.

El “pequeño soldado” fue trasladado al hospital de San Diego, los médicos lo declararon en estado de coma. Tres días después perdió la vida debido a la formación de coágulos de sangre en el cerebro.

Debido al elevado número de deportistas lesionados de gravedad, en el mundo del boxeo se han tomado diferentes acciones para evitar más muertes, una de ellas fue el uso de guantes, pues antes de 1890 se peleaba a mano limpia, lo que era mucho más peligroso.

La implementación de categorías de peso dentro del boxeo fue otro de los esfuerzos por proteger la vida de los deportistas ya que, hasta antes de 1920, un hombre de 80 kilos podía enfrentar a uno de 50 kg, dejando en clara desventaja al de menor peso, causándole daños irreversibles o incluso la muerte. 

También se redujo a 12 el número de rounds en peleas de campeonato ya que las estadísticas señalan que del round 13 al 15 la posibilidad de muerte y daño cerebral es mayor, esto debido al cansancio y fatiga de los pugilistas. El suceso que detonó esta medida fue la muerte del boxeador coreano Kim Duk-koo en su pelea contra Ray Mancini en 1982. 

A pesar de estas disposiciones, los boxeadores amateurs aún están en una zona de desprotección y siguen corriendo riesgos innecesarios que comprometen su bienestar, por ejemplo, la incorporación de resonancias magnéticas para detectar la posibilidad de daño cerebral antes de cada combate, es un privilegio que se reserva solo para los deportistas que ya se encuentran en la rama profesional.

En México, como en muchos otros países pobres, el deporte es uno de los pocos caminos que los jóvenes tienen para salir de la pobreza, en Brasil y en Honduras, por ejemplo, el futbol es la vía; pero en nuestro país, estos Titanes prefieren colgarse los guantes y entrenar para poder salir de su situación, una decisión difícil en un país en el que la exposición a la delincuencia es frecuente, es por ello que “El Charro” los define como “personas valientes, que persiguen sus sueños, personas disciplinadas”, que, literal, se juegan la vida en este deporte de alto riesgo.

No importa el sexo, edad o trayectoria que tenga el pugilista, subirse al ring siempre será riesgoso; los boxeadores lo saben pero para muchos de ellos es el único camino, ante este escenario, como dice el mismo “Cejitas”, “el riesgo se vuelve intrascendente”.

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