Por Ricardo Valseca / 13 09 2022 Serena Williams es considerada una de las mejores deportistas de la historia. Es una jugadora de tenis profesional reconocida por su gran fuerza física y mental, y por sus poderosos golpes. A lo largo de su carrera, ganó un total de 39 títulos de Grand Slam, 73 títulos WTA y 4 medallas de oro en los Juegos Olímpicos, entre otros premios. Además, es la única tenista en haber completado el Golden Slam de carrera en las dos modalidades, individual y dobles. El éxito y los triunfos han sido una constante en la carrera de la estadounidense, sin embargo, las derrotas y los fracasos han sido una gran escuela para la tenista, pues no todo ha sido color de rosa. Desde pequeña, Serena tuvo que luchar para cumplir su sueño y hacerse de un lugar en el mundo del tenis. Sin embargo, las tragedias familiares y la lucha contra el racismo la hicieron más fuerte. Su historia es la de una verdadera titán. Serena Jameka Williams Price nació en Saginaw, Míchigan, el 26 de septiembre de 1981 y es la más joven de 5 hermanas: Yetunde, Isha, Lyndrea y Venus. De pequeñas vivían todas en Compton, un suburbio de Los Ángeles, en una casa humilde. Desgraciadamente, el lugar les trae dolorosos recuerdos, debido a que, en la mañana del 14 de septiembre del año 2003, su hermana mayor fue asesinada cuando estaba caminando por el vecindario junto a un amigo. Esta situación provocó una mayor unión en la familia Williams y la decisión de Richard, su padre, por convertirse en el primer entrenador de sus hijas. Venus y Serena eran llevadas por su padre a las canchas públicas de tenis para practicar, en lo que sería el comienzo de una gran historia. A la edad de 4 años, Serena ganó su primer torneo y antes de cumplir los 10, ya había participado en 49 torneos y ganado 46 de ellos, reemplazando a su hermana Venus como la jugadora número 1 menor de 12 años en California. Pero las dificultades apenas comenzaban, pues en 1991, Richard Williams, diciendo que esperaba proteger a sus hijas del racismo, cesó de enviarlas a los torneos de tenis nacionales “junior” y Serena comenzó a entrenar en una escuela de tenis manejada por el jugador profesional Ric Micci. Serena se convirtió en profesional en septiembre de 1995 a los 14 años, pero debido a su edad no le fue permitido jugar en torneos patrocinados por la Women’s Tennis Association (WTA). Su primera participación profesional fue el Bell Challenge en Quebec, en el que fue vencida en menos de 1 hora de juego, pero ella no abandonó. El año 2002 ha sido sin ninguna duda el mejor año de Serena en el circuito de la WTA, donde ganó 3 Grand Slams seguidos: Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos. Además, ganó 8 de los 11 torneos en los que se presentó, con un balance de 56 victorias y solo 5 derrotas y se convirtió en número 1 del mundo durante 57 semanas consecutivas. En la categoría de dobles ganó con su hermana Venus por segunda vez el título de Wimbledon. Su racha continuó en el 2003. Inició el año triunfando en el Abierto de Australia, consiguiendo así de forma consecutiva los 4 Grand Slams, convirtiéndose en la séptima jugadora de la historia en lograrlo. Pero no fue solo el título individual, sino que también se adjudicó el dobles con su hermana. En el año 2004, por culpa de unas molestias en la rodilla, no pudo participar en varios torneos, entre ellos los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Fue un año difícil, en el que estuvo 8 meses fuera del circuito y no logró ganar ningún Grand Slam. Desafortunadamente sus lesiones se alargaron hasta el 2006, donde solo jugó cuatro torneos, provocando por primera vez en años que Serena saliera del top-50 del ranking mundial. Entre el 2009 y el 2010 tuvo que luchar contra oponentes más fuertes y contra una herida que se hizo al pisar cristales rotos en un restaurante. Aún así, consiguió su decimotercer Grand Slam y se colocó como la sexta tenista con más títulos de la historia. Aunque su verdadero resurgir se dio en el 2012, donde fue la jugadora que más títulos obtuvo durante el año. Pese a los triunfos y logros obtenidos, Serena Williams tiene muy claro qué es lo más importante en la vida: “La familia es lo primero, y eso es lo que más me importa. Somos conscientes de que nuestro amor va más allá del tenis. El tenis es solo un juego, la familia es para siempre”. Por ellos es que ha tomado la decisión de, en sus propias palabras, “evolucionar”: “no me gusta la palabra retiro, prefiero pensar que estoy en una etapa de mi vida en la que tomando distancia del tenis puedo dedicarme a otras cosas que son importantes para mí”. La tenista confesó que a Olympia, su hija, le gustaría una hermana: “…a veces, antes de irse a la cama, reza a Jehová para que le traiga una hermana”. En su despedida, Serena se mostró agradecida con la gente que siempre la ha apoyado, la ha seguido en competencias y la ha alentado a seguir adelante: “Por favor, que sepan que estoy más agradecida de lo que nunca podré expresar en palabras. Me han empujado a tantas victorias y tantos trofeos. Voy a echar de menos esa versión mía, esa niña que jugó tenis. Les voy a echar de menos”.