El reconocido colombiano Fernando Botero, pintor, escultor, impulsor taurino y uno de los artistas más reconocibles por su único estilo, falleció este 15 de septiembre a los 91 años en Mónaco por complicaciones de salud. Por Lu Llanos / 15-09-23 Fernando Botero, pintor, escultor, impulsor taurino y uno de los artistas más reconocibles por su único estilo, poniendo a su natal Colombia en el ojo mundial, falleció este 15 de septiembre a los 91 años en Mónaco por complicaciones de salud. Nacido el 19 de abril de 1932 en Medellín, Colombia, fue el segundo de tres hijos de David Botero (1895-1936) y de Flora Angulo (1898-1972). Su padre, un vendedor, murió de un ataque al corazón cuando Fernando tenía solo cuatro años. Su madre trabajó como costurera. Desde niño fue influenciado por el estilo barroco de las iglesias coloniales. Cursó la educación primaria en el Ateneo Antioqueño y, gracias a una beca, continuó los secundarios en la Escuela Bolívar. En 1948, a los dieciséis años, vio sus primeras ilustraciones publicadas en el suplemento dominical del El Colombiano, uno de los periódicos más importantes de Medellín. Utilizó el dinero para asistir a la escuela secundaria en el Liceo de Marinilla de Antioquia, del que fue expulsado tras la aparición de un artículo suyo en el diario, con el título “Picasso y el no conformismo en el arte”. Las autoridades del centro ya le habían amonestado por la publicación de sus dibujos de desnudos en el mismo periódico. Fernando Botero debió culminar así sus estudios en el Liceo de la Universidad de Antioquia, para posteriormente viajar a España para estudiar a los grandes maestros de la pintura española, en especial a Goya y a Velázquez. Sus primeras obras de retratos, paisajes y escenas costumbristas estaban realizadas con una pincelada muy suelta, que se iría empastando progresivamente, al tiempo que tanto la perspectiva como las figuras se volvían arbitrarias. A principios de los años sesenta, Fernando Botero se estableció en Nueva York, donde sus pinturas le granjearon una notable popularidad en el mercado artístico estadounidense. Entre sus obras más conocidas cabe destacar La alcoba nupcial, Mona Lisa a los doce años y El quite. Su traslado a París coincidió con sus primeros trabajos escultóricos, que compartían las características de su obra pictórica. El estilo de Botero, plenamente figurativo, se caracteriza en lo plástico por cierto aire naïf, y en lo temático por la representación de personas y animales siempre como figuras corpulentas, incluso claramente obesas. En la década de 1980 Fernando Botero se convirtió en uno de los artistas vivos más cotizados del mundo, y algunas esculturas suyas realizadas en bronce, mármol y resina fundida (Mujer a caballo, Perro, La corrida, etc.) pasaron a ser parte integrante del paisaje urbano de muchas ciudades. Botero fue un gran impulsor del Arte Taurino, mencionó en reiteradas ocasiones que su pasión por el toreo precedió su vocación artística, ya que cuando era adolescente ingresó en una Escuela de Tauromaquia y esto le llevó a hacer sus primeras acuarelas, por lo que «a través de los toros» llegó su «afición por la pintura». El pintor señalaba que retratar el mundo del toreo le producía el mismo «desafío» que cada vez que se enfrentaba a un lienzo, pero consideraba que esta temática es muy agradecida para los artistas. «Los toros hacen la vida fácil al pintor porque es una actividad que ya de por sí tiene mucho color. El traje de luces del matador, la arena, la barrera, el público… Es un tema maravilloso, le da poesía a la pintura». En sus pinturas, describe con gran precisión los gestos, actitudes, posturas y ambientes que fortalecen una visión única y auténtica del mundo taurino, capturando la esencia y hasta el más mínimo detalle de todo aquello que está presente en la corrida. Así, logra que este espectáculo pueda percibirse de forma llamativa y de grandes proporciones más allá de lo retratado, pues contiene todos los elementos que definen lo particular de su obra: figuras voluminosas, representaciones voluptuosas, juegos de escalas, espacios y volúmenes particulares e inconfundibles en su obra al servicio del torero, el picador, su caballo y el propio toro. Al artista le sobreviven sus hijos Fernando, Lina y Juan Carlos, a quienes TitanSports se une en luto.