Por Sergio Spinoza y Ricardo Zamora “Con una trayectoria de casi 30 años en el pancracio y por lo menos 42 giras al país del sol naciente, cooooon Usteeeeedes: El Oooooooooriental.” La voz del anunciador se escucha por toda la Arena Azteca Budokan, en Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México. Pero esa presentación no solo se escucha en la Arena de Ciudad Nezahualcóyotl, sino también en los mejores escenarios del país y de Estados Unidos, Europa y Asia; en idiomas que tal vez ni el mismo Oriental se imaginó escucharla. Noé Astro Moreno León quien por tres décadas ha personificado a “El Oriental”, es integrante de una gran dinastía de luchadores que inició su padre Alfonso “Acorazado Moreno”, creador del Gimnasio Arena Azteca Budokan, que abriera sus puertas en abril de 1955, para convertirse no sólo en un espacio para ver la lucha libre, sino también en un gran semillero de luchadores. El origen de una leyenda El “Acorazado Moreno”, una leyenda de la época de oro de la lucha libre que enfrentó a luchadores como el Santo, Blue Demon, El Rayo de Jalisco, El Cavernario Galindo, entre otros, fue quien inició a sus hijos en este difícil arte. Antes de ser un reconocido luchador, el forjador de esta gran familia de guerreros del ring fue voluntario de la Cruz Roja, soldador, albañil y vendedor (según se cuenta en las páginas deportivas). Después, junto con su familia (su esposa María Esther León Cortez sus cuatro hijas; Rossy, Alda, Esther y Cynthia, y Noé, su único hijo varón), construyeron su propia arena de lucha libre, mucho antes de que existiera el municipio de Nezahualcóyotl. Se dice en el ámbito luchístico que el “Acorazado Moreno” no solo sacó a su familia adelante, sino que también ayudó a consolidar el arte del pancracio y con ello dio trabajo a varias familias en la arena Budokan ya que por ahí pasaron las máximas estrellas del encordado. Con la imagen de gladiador Alfonso Moreno, sus cinco hijos decidieron continuar con el legado y todos ellos desde pequeños comenzaron la práctica en los encordados. Rossy, Alda, Esther y Cynthia, (Las Moreno) se convirtieron en pioneras en la lucha libre femenil, todas ellas con carreras muy exitosas, reconocidas y respetadas en el mundo de la lucha libre. Noé, el más pequeño, también siguió la misma ruta y se convirtió en “El Oriental”. A sus 50 años, 30 de ellos en los mejores escenarios de este deporte, cuenta para TitanSports parte de su trayectoria, logros y algunos consejos para aquellos que quieran seguir la tradición de Doña Lucha. “Estoy bien agradecido de pertenecer a la dinastía Moreno, mi padre el primer luchador de la familia, fundó esta arena, la Arena Azteca Budokan, yo me acuerdo de mi niñez y la pasaba siempre arriba de un ring, yo me hice luchador gracias a mi papá y a mis hermanas, así fue como comencé” afirmó “El Oriental” en entrevista. Su historia, su pasión y su legado Desde muy joven pisó todo tipo de escenarios, realizó giras por Japón y EUA donde es muy reconocido, pero nunca ha olvidado sus raíces. “Yo cuento mi historia siempre; he vendido tortas, refrescos, pegado carteles, todo en la lucha libre, a los 8 meses de debutar me fui a Japón, tengo 42 giras a Japón, las mismas veces a EUA, muchas otras en Europa. Soy un luchador mundialmente conocido, un día puedo luchar en Japón y otro en Nezahualcóyotl”. A un costado del ring de la Budokan, el multicampeón pide que los jóvenes que van a seguir ese camino tengan respeto a la lucha libre, que amen su profesión. “Siempre le digo a los chavos de ahora, que le echen ganas, que respeten, que tengan disciplina. Para ser luchador hay que pisar los mejores eventos de renombre y aprender de las estrellas, si aprendes de las estrellas vas a ser estrella, si aprendes de los de abajo siempre estarás abajo”, finalizó el enmascarado. Para el esteta la lucha libre le ha dado todo, nos dice que ha sido un luchador administrado, que ha podido vivir bien a lo largo de su carrera gracias al deporte que ama y del cual siempre estará agradecido.